martes, 28 de marzo de 2017

Herr Mariscal Sebastian


Ahora llega el tonto de turno y escribe en los comentarios a esta entrada, que este es el típico texto que publico para hacerme pasar por lo que no soy, como si el grueso del material que alimenta esta bitácora no consistiese en eso mismo. 

Fabular es todo un arte que se aprende construyendo fábulas, fundamentalmente. Si lo haces una vez al día o a la semana, corres el riesgo de no aprender a fabular nunca, y si tu actividad se circunscribe a ir de bloguero por la vida escribiendo muy de vez en cuando, o dejando que escriban por ti, jamás llegarás a ser un Jonathan Noble o un Andrew Benson, por ejemplo. 

Hay que insistir. Este negocio es jodido, muy jodido, y si no tienes la suerte de llamarte Joseph Anthony Tilehouse y haber nacido en Staithes, tienes la obligación de apañarte aprendiendo de los maestros y escribir mucho. Si puedes, no una ni dos, sino tres o cuatro mensajes en la botella por jornada, para que cuando Prostvuelve te recrimine que de Jaime Alguersuari sólo has hablado siete veces, le puedas contestar que el etiquetado significa poco en cuanto al contenido real y que quizás por abusar de las etiquetas, los enlaces y la exactitud enciclopédica, su blog y sus múltiples vidas virtuales acabaron como acabaron.

Anoche escuchaba a Jordi y Joserra en El Yate de Flavio y maldije la hora en que no me quedé a charlar con ellos después del SafetyCast, siquiera para decirles que la figura más erótica de Doctor Who es la que interpreta Capaldi porque lo demás es carne bien empaquetada, y que si tengo que elegir entre Hacendado y El Mierda para calzarse el título 2017, me quedo con el mejor de los dos...

Uno aspira a muchas cosas en esta vida y la mayoría de ellas se quedan en nada, así que resulta más conveniente conformarse con lo que hay y elegir en la estantería lo que tiene mejor pinta o relación calidad/precio, que dicen los hipsters. Lewis anda transitando las nieblas de Avalon y Sebastian, como decía alguien por ahí abajo: ha reaccionado...

Yo añadiría que el entorno del alemán también. Durante su etapa en Ferrari hemos percibido cómo se ha pasado del coche es idéntico para nuestros dos pilotos, que se decía en Red Bull de 2009 a 2014, a que en el monoplaza de 2015 se había diseñado modo récord on para Kimi, a que Raikkonen necesitaba tiempo para adaptarse en 2016, y a que por fin en Maranello se ha aceptado que el SF70-H de 2017 ha sido diseñado a la horma del tetracampeón.

Aquí es donde se me cayeron los calzones al suelo, lo confieso. Por primera vez en ocho años se ha confirmado lo que en 2010 intuíamos muy pocos [¡Vettel, Vettel, Vettel!], y ahora sí cabe apostar por el de Heppenheim porque hay sinceridad a su alrededor. Sinceridad italiana, por cierto, mediterránea y catolicorra ella, porque a los centroeuropeos y británicos, a lo peor les pasa como a Dijsselbloem, que la visión calvinista de la cosa les ha nublado el entendimiento y les ha llevado a mentir como bellacos durante algo más de una década.

Sea como fuere, y puesto que no se me han caído los anillos por alabar a Vettel en público cuando he considerado menester, mi apuesta desde el lunes de la semana pasada pasaba por él. Tiene coche este año y no es tonto ni ha perdido manos. En Montmeló demostraba que con un buen cacharro era capaz de reverdecer viejos laureles y en Melbourne ha confirmado que aún goza de garra.

Apretó a Lewis hasta agotarlo para que pidiera tiempo de descuento. Sujetó a Verstappen y luego arreó como un demonio sabiendo que el tapón que había originado lastimaría las costillas de su máximo rival. A partir de ahí gestionó bien la carrera aunque salió apuradete de su entrada a boxes... ¿Por qué no decir de nuevo que me ha gustado aunque siga teniendo cara de mariscal de pega?

Os leo.

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